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El masaje según Dr. Simeón Pressel, un modelo favorecedor de salud 

 Una visión artística a través de la Madonna Sixtina de Rafael 

Presentación

En la busqueda de un modelo de salud se recurre al arte, concretamente a la pintura La Madonna sixana de rarael. La exploracion v vivencia artistica de esta obra de arte revela una composición de equilibrio y armonía cuya culminación es la Madonna con el Niño en brazos. Esta expresión artística, única y arquetípica, es equiparable al modelo de salud que preconiza Rudolf Steiner como funciones rítmicas que integran y equilibran procesos polares. En la práctica sanadora, el masaje ideado por el Dr. Simeón Pressel tiene un diseño cuvo oblecivo es acar estos orocesos ricmicos armonizadores v eduorcoores. en e ser humano. Finalmente se puede vivenciar a través de la pureza de la Madonna, que mantiene en brazos al Niño Jesús, un sentido profundo de la Navidad, el origen divino y espiritual del ser humano, y que en relación con la salud puede representar la salud suprema.


El cuadro

“La Madonna Sixtina” es un cuadro del artista Rafael Sanzio, pintado aproximadamente entre 1513 y 1514. Respecto asu composición aparecen en el centro del cuadro una Madonna que porta en sus brazos a un Jesús niño. Están acompañados a ambos lados por dos santos arrodillados; a su derecha San Sixto I y, a su izquierda, Santa Bárbara. En la parte inferior de la pintura se encuentran dos angelitos que dirigen su mirada hacia lo alto. Generaciones de visitantes a la Gemaldegalerie de Dresde, donde se puede observar, han quedado profundamente impresionadas por la forma en la que Rafael representó a la Madonna en esta pintura. Se ha reproducido numerosas veces, hasta el punto de que esta Madonna sixtina es un prototipo, la imagen idealizada de la Virgen María, resaltando su carácter espiritual.


Caracterización del cuadro


Las tres figuras principales, La Madonna, San Sixto y Santa Bárbara, ocupan un espacio imaginario, enmarcado por pesadas cortinas que se han abierto para revelar la escena celestial. Colocados en la disposición triangular habitual, están de pie sobre un suelo de nubes, mirando hacia un espacio real donde se sitúa el espectador.


La figura de la Madonna transmite la sensación de estar descendiendo del espacio celestial hacia el mundo real, en el que el cuadro está colgado. El gesto de S. Sixto y la mirada de Santa Bárbara parecen dirigirse a alguien que está detrás de la balaustrada en la parte inferior del cuadro. La mitra papal, posada sobre dicha balaustrada, sería el nexo de unión entre el espacio pictórico y lo real. En este cuadro la Madonna está representada de pie, con un vestido rojo y un manto azul mientras tiene en brazos al Niño Jesús sobre un fondo negro.


Vivencia artística de la obra de arte


Quizá se pueda decir que la sensación que origina esta obra de arte al observarla es la de equilibrio. Esta sensación surge a través de la composición del cuadro. Primero por el diseño de las figuras excepcionalmente equilibrado. Segundo por la relación pictórica completamente armoniosa de las mismas a través de los gestos y posturas. Tercero por el aspecto estético que originan tanto las proporciones faciales de la Madonna, el Niño Jesús, Santa Bárbara y S. Sixto, como por los tonos de colores utilizados y el uso de claroscuro . Cuarto por la perspectiva realista, o ’profundidad’ creada en la pintura, que origina un equilibrio entre el espacio celestial donde aparece la Madonna y el espacio real donde se sitúa el espectador. Quinto por la paleta de colores renacentista que ayuda a dirigir la atención del espectador, y también agrega calidez y riqueza a la composición. En definitiva, una obra maestra, arquetípica y universal.


Una interpretación antropológica


A través del arte se pueden manifestar y hacer visibles leyes y procesos que normalmente permanecen ocultos. De forma consciente o inconsciente el artista, gracias a su talento y capacidad creadora, nos revela situaciones imperceptibles que nos muestran realidades que amplían la comprensión y la vivencia del mundo cotidiano. Esta cita de Rudolf Steiner puede darnos una orientación amplia y profunda sobre el valor del arte, “sólo será obra de arte de valor para el hombre, aquello que estimule en su ánimo la impresión de que, desde la obra de arte, el alma puede abrirse a los secretos del Universo”. (1)

En este sentido qué nos puede revelar este cuadro pintado por Rafael, La Madonna Sixtina, que estamos observando; más allá de lo estético y la belleza de la obra, ¿se puede descifrar en ella alguna relación significativa con procesos en el ser humano? Si conseguimos que nuestra mirada penetre detrás de la apariencia de este cuadro, seguro que podremos descubrir una intencionalidad en el artista que va más allá de la genial obra pictórica. El objetivo en este trabajo consiste en establecer una relación con la dinámica saludable y sanadora inherente en cada ser humano. Esta dinámica nos la caracteriza Rudolf Steiner en diferentes contextos y que se puede presentar de forma arquetípica como la dinámica rítmica-saludable del organismo humano y que representa la fuente primordial salutogenética. Es decir, como la capacidad del organismo de responder a los desequilibrios desde el sistema de funciones rítmicas volviendo a integrarlos de forma armónica, en esta capacidad se cimienta el mantenimiento de la salud.


Observación del cuadro

Después de una mirada y caracterización artística del cuadro, como se ha intentado anteriormente, ensayamos ahora descubrir otros aspectos en la composición del mismo. Lo hacemos con la ayuda de las consideraciones hechas por Rudolf Steiner en la Imaginación de Navidad, cuya lectura recomendamos encarecidamente.


Un aspecto destacable es la polaridad que encontramos en el cuadro manifestada en diferentes relaciones. Una polaridad reflejada en una figura masculina, San Sixto, y otra femenina, Santa Barbara, con gestos y fisonomías polares. En el centro del cuadro y de ambas figuras aparece la Madonna con el niño en brazos. En la Madonna también se puede apreciar otra polaridad, aunque más sutil y por ello más difícil de descubrir, en la Madonna la polaridad es armonizada y está integrada, de ahí la dificultad de descubrirla.


Citemos a Rudolf Steiner para referir en una caracterización especial esta polaridad reflejada en la Madonna:


“Hemos de imaginar, pues, la cabeza de María como luciendo desde el interior, enviando su brillo por los luminosos ojos hacia el ser humano; imaginar al Niño Jesús en brazos de María, en graciosa dulzura, como destacándose de las configuraciones de nubes, en redondez esférica, en armoniosa integración. Luego, dirigiéndonos hacia abajo, la vestimenta captada por la gravitación terrestre, objetivando la potencia de la gravitación de la Tierra.”(1)


“….de nuestros sentimientos navideños nace la imagen de la Madre María cuya falda hallase plegada con sujeción a las fuerzas de la Tierra, en tanto que el manto debe redondearse hacia adentro cual gota de mercurio, para destacar la integridad cerrada de la región torácica. ¡Hasta en estos detalles la pintura procede de manera bien precisa! En la región del pecho hacen su entrada las fuerzas solares. Y el inocente Niño Jesús, que hemos de figurar libre aún de alimento terrestre, es la propia influencia solar, sentada en el brazo de la Virgen. Más arriba, la influencia de la radiación estelar.


Un modelo de salud

En definitiva, encontramos en este cuadro una obra de arte que expresa a través de su composición una cualidad de equilibrio y armonía. El artista expresa un arquetipo, el arquetipo de las polaridades que son y están integradas a través de la figura central de la Madonna. Figura que muestra en si también polaridades, como se puede entender de las citas anteriores de Rudolf Steiner, pero como estas están en ella ya integradas. En el organismo humano las polaridades pueden interactuar de forma equilibrada gracias a las funciones rítmicas resultando de ello la salud. Este proceso sanador está representado en la figura central, la Madonna, que equilibra y armoniza el conjunto de los elementos del cuadro.


Una versión practica de este modelo de salud, como lo precisa la Antroposofía y que el artista nos lo muestra en esta universal obra de arte, la encontramos en una terapia manual como el masaje ideado y practicado por el Dr. Simeón Pressel.


Atrevámonos a tomar esta imagen de forma simbólica en relación con el masaje antroposófico tal y como lo prefiguró Rudolf Steiner y que el Dr. Simeón Pressel lo materializo en un modelo de masaje. Como terapia manual está basada en unos fundamentos que pueden sintetizarse en cuatro principios: un conocimiento ampliado del ser humano, que puede equipararse al rostro de la Madonna que refleja en su mirada lo celeste y espiritual, la polaridad, dinámica que encontramos en la pintura en diferentes formas como se ha mencionado anteriormente, regulación de las funciones rítmicas, observable en la composición armónica y equilibrada, y en el cuidado del calor, encontramos esta cualidad en la paleta renacentista de colores que añade calidez y riqueza humana a la composición.


¿Puede una obra de arte como la nos ocupa facilitar una vivencia y sentimiento del objetivo sanador de una terapia antroposófica como el masaje? El espacio pictórico, el escenario artístico que nos muestra el artista con todo el significado y simbolismo ¿puede inspirarnos a la hora de practicar una terapia antroposófica como apoyo al principio sanador, activo en cada ser humano, cuando este necesita ayuda externa?


El niño Jesús, significado y simbolismo para la salud suprema


Citemos una vez más a Rudolf Steiner para comprender de forma significativa lo que puede simbolizar la Navidad como una vivencia profunda y espiritual:


“Las luces aquí son símbolos de esa luz que brilla y resplandece en nuestra propia alma cuando captamos lo que el niño Jesús nos anuncia simbólicamente en la noche de Navidad desde su inocente existencia: la esencia más íntima de la propia alma humana, que es inocente, poderosa, pacífica para el camino de nuestra vida hacia las más altas metas terrenales. Y si dejamos que estas luces digan a nuestra alma: Sí, alma humana, si alguna vez te debilitas y crees que no puedes encontrar las metas terrenales, piensa en el origen de Dios en el hombre y toma conciencia de los poderes que hay en ti y que son al mismo tiempo los poderes del amor más elevado. Y con el más alto desarrollo de la fuerza, toma conciencia de las fuerzas en ti que siempre te dan confianza y seguridad en todo tu trabajo, en toda tu vida ahora y en los tiempos futuros más lejanos.” (2)


Estas consideraciones que tocan una fibra muy profunda del ser humano, pueden tener incluso un carácter meditativo, ¿cómo nos pueden enriquecer en el anhelo de una fuente salud inquebrantable, una salud suprema? Por su carácter universal y arquetípico esta Madonna de Rafael nos permite vivenciar el origen espiritual y celeste del ser humano. El genio del artista nos muestra esta posibilidad de forma magistral en una Virgen que ofrece el Niño al mundo, un niño que no nace de manera natural, sino que aparece desde un espacio celeste, espiritual. Si gracias a esta pintura podemos despertar el estado de ánimo, el nacimiento anímico espiritual del ser humano, entonces podremos ampliar el horizonte estrecho, limitado y reducido del mundo natural, y que hoy día en su expresión materialista, degenera, debilita y enferma a la humanidad.
La Antroposofía, como sabiduría (-sophia) del ser humano (anthropos-), pretende ser en la época actual una forma consciente de despertar esta vivencia por medio del conocimiento espiritual del ser humano y del mundo. A través de su estudio y profundización el ser humano de estos tiempos puede experimentar el nacimiento de yo superior (niño luminoso, radiante) en la sustancia maternal de la sabiduría (Virgen María). En este sentido la Festividad de Navidad es la fiesta de la Antroposofía y por ello en la Navidad de 1923/24 se fundó la Sociedad Antroposófica General como la asociación de seres humanos que quieren cultivar y desarrollar este impulso y que por la Piedra Fundamental se cohesionan como comunidad espiritual.


Para finalizar una última cita de Rudolf Steiner tomada de su obra Teosofía de Rosacruz que puede resultar muy inspiradora, en el contexto que se ha intentado exponer este ensayo, por su gran alcance y por enaltecer toda labor manual:


“… La sabiduría rosacruz no debe llegar sólo en la cabeza, ni tampoco meramente al corazón, sino a la mano, a nuestras capacidades manuales, a lo que el ser humano hace a diario. No es ninguna sensación sentimental, es una elaboración interior de las capacidades de manera que actúen al servicio de toda la humanidad.”

(1) R. Steiner, conferencia del 6.10.1923: La imaginación de Navidad
(2) R. Steiner, Die Geburt des Sonnengeistes als Erdengeist, Hannover, 26 diciembre 1911

Florencio Herrero
enero 2023

fherrero@institutohygiea.com

 

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